Un laboratorio de Lleida coteja la muestra de ADN extraída de una muela de los restos hallados en Primout este verano con los del nieto del oficial republicano Tomás Fernández, abatido en 1940, para confirmar su identidad
diariodeleon.es / Carlos Fidalgo / 21 de febrero de 2024
Un diente del Capitán Fantasma tiene la clave para resolver si los restos hallados en el cementerio de Primout (Páramo del Sil) el pasado verano pertenecen a Tomás Fernández Castro, el guerrillero antifranquista abatido por la Guardia Civil mientras protegía la retirada de sus compañeros en el mes de junio de 1940, enterrado en rincón de la zona civil cementerio local, bajo nueve toneladas de tierra, y bautizado con un apodo que se ha arrinconado también su verdadero nombre porque durante cuarenta años años no se supo nada de su rastro.
Una de las muelas de los restos hallados bajo nueve toneladas de tierra en un recinto de la zona civil del cementerio de Primout donde los testimonios recogidos por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) situaban la tumba de Tomás Fernández, el Capitán Fantasma, ha servido para extraer la muestra de ADN que la asociación ya ha remitido a un laboratorio privado de Lleida donde se está cotejando con las muestras de un nieto. Será la prueba final, definitiva, más allá de los relatos orales que despejen las últimas incógnitas sobre la identidad de los restos exhumados en la, por el momento, última excavación emprendida por la ARMH en el Bierzo.
«Cuando tengamos la confirmación de que es el, será cuando remitiremos los restos a la familia para que los entierre», explica el vicepresidente de la asociación Marco González.
Tomás Fernández Castro era asturiano, nacido en Ablaña, y tenía 27 años cuando fue abatido. En junio de 1940, un año largo después de la derrota republicana en la Guerra Civil, formaba parte de un grupo de huidos, ex combatientes del Ejército Republicano, que desde Asturias cruzaban el Bierzo con la intención de llegar a la frontera con Portugal. Escondidos en los montes del Alto Sil, muertos de hambre, alguien los delató y la Guardia Civil subió a buscarlos a Primout, donde se produjo el combate y la huida del grupo.
A la hora de hacer recuento, aquellos huidos notaron que faltaba el capitán Tomás Fernández. Y lo dieron por desaparecido, aunque en Primout sabían muy bien que estaba muerto porque habían enterrado el cuerpo en el cementerio civil. Sin acta de defunción, sin expediente en el Archivo Militar de El Ferrol donde consultar lo que le había sucedido, tras la muerte de Franco, los testimonios orales en el Alto Sil permitieron a su familia colocar una placa en lugar donde decía que estaba enterrado Tomás Fernández y donde finalmente aparecieron unos restos, boca abajo, en la exhumación del pasado verano. Una placa que decía, y todavía dice, que el capitán Tomás Fernández Castro, guerrillero asturiano de Olloniego, había muerto «luchando por la democracia». Y añadía: «Tu madre, hermanos y familia no te olvidan». Era el año 1980 y todavía tenían que pasar otros cuarenta años para que fuera posible retirar las nueve toneladas de tierra que cubrían el cuerpo.
Exhumación de los restos hallados en el cementerio de Primout el pasado verano. / ARMH
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Fotografía destacada: Tomás Fernández de Castro, capitán del Ejército Republicano, tenía 27 años cuando fue abatido. | ARMH