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La exhumación de La Garba congrega a hijas, nietos, bisnietas o jóvenes sin vínculo familiar con ganas de ayudar en la búsqueda: “Hay que saber de dónde venimos para saber a dónde vamos”. La ARMH ha encontrado restos de al menos seis cuerpos.

— Nietos y voluntarios ante una fosa: “Es el Estado el que debería encargarse de los desaparecidos. Los derechos humanos no se subvencionan”

eldiario.es / Olga Rodríguez / 13/08/2022

En torno a la apertura de una fosa surgen siempre grandes conversaciones. Se extraen huesos, objetos, pruebas de los crímenes, pero también relatos y palabras que llevaban décadas silenciados, pospuestos. Ha ocurrido estos días en La Garba (Grau, Asturias), donde el equipo de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) ha localizado y exhumado restos de al menos seis personas asesinadas y desaparecidas en 1938 y 1939 por la represión franquista.

Alrededor de la zanja abierta han surgido diálogos pendientes, intercambio de información y de afectos, como los que las personas voluntarias de la ARMH han mostrado hacia las hermanas Amparo y María Ángeles Arias, de 86 y 91 años respectivamente, hijas de José Arias, asesinado y desaparecido en esta fosa en 1938.

Ellos me fueron transmitiendo pinceladas desde pequeñina. Y de ese modo es como si yo misma lo hubiera conocido 

Sandra, bisnieta

“Ojalá nuestros hermanos mayores estuvieran vivos para poder presenciar esto. A mi madre le tocó una vida muy dura”, musitaba este jueves Amparo mientras observaba cómo dos arqueólogos de la ARMH cepillaban los huesos que asomaban en la fosa del prado Canto La Piedra.

“Esto ya va a acabar, ya van a estar juntines tu padre y tu madre, ya tocaba”, le contestaba una vecina de Grau. “Si identifican a mi padre queremos enterrarlo con mi madre”, explicaba Amparo.

Hasta cuatro generaciones se han congregado en La Garba estos días. Sandra, una joven bisnieta de José Arias, recuerda cómo en su infancia escuchaba a su abuela y a sus tíos abuelos “contar la historia”: “Mi abuela y sus hermanos siempre tuvieron la pena por lo ocurrido. Ellos me fueron transmitiendo las pinceladas de la historia desde pequeñina. Y de ese modo puedes recordarlo, como si yo misma lo hubiera conocido”, explica con ojos expresivos.

“Cuando mi abuela ha sabido que al fin estaban abriendo la fosa, ha sentido alivio, como que ha descansado”, añade.

Tres niños huérfanos escondidos en un pajar

Por aquí han pasado también los hermanos Josefa y Gustavo Díez Rodríguez, nietos del matrimonio formado por María Concepción García y Enrique Rodríguez Siñeriz, arrestados y asesinados juntos en 1938 y arrojados a la fosa. Tenían tres hijos, la mayor de once años. Los niños se quedaron varios días solos en casa, aguardando su regreso.

“Entró gente a robar varias veces a la casa y se escondieron en el pajar, muertos de miedo”, relata Josefa. “Allí estuvieron hasta que vino un familiar del pueblo que se hizo cargo de ellos y después se fueron con una hermana de mi abuela que ya tenía cuatro o cinco hijos”.

“Mi madre quedó marcada. En sus últimos años de vida tuvo Alzheimer y la pobre a mí me llamaba mamá. A su hija la llamaba mamá, buscaba a su madre, muerta cuando ella tenía 11 años. Qué cosas”, añade Josefa. “Al tener tres hijos pequeños podían haber dejado a mi abuela viva, pero no”.

Su hermano Gustavo prosigue: “Esas cosas parece que están tapadas en la memoria pero cuando esta empieza a deshacerse…”. “Ellos tenían unos amigos que se habían marchado a Francia exiliados, y le decían a ella que marcharan con ellos. Mi abuela decía que no, que para qué iban a ir, que no habían hecho nada malo”.

Esta bala se llevó por delante a una persona. De algún modo, se llevó por delante a una familia entera. Y, a gran escala, a un pueblo entero.

Jóvenes a pie de fosa

Entre la gente que ha visitado esta fosa ha habido varios jóvenes sin vínculos familiares con las víctimas pero con ganas de conocer la historia de su comarca y de ayudar en las tareas de búsqueda. Es el caso de Candela Fernández, una adolescente de quince años que llegó el martes ofreciéndose a colaborar:

“Me interesa mucho la memoria y quiero participar para que nuestro futuro sea mejor”, explica. “Ha venido dos días seguidos, se ofreció a echar una mano y ha estado aquí como una más cribando tierra”, cuentan integrantes de la ARMH.

“La gente joven tiene que conocer de dónde viene para saber a dónde van”, reflexiona Marina Solís, madre de Candela.

Marina y su hija Candela de 15 años, vecinas de la zona que se han ofrecido a ayudar al equipo de la ARMH en las tareas de exhumación. Aquí, cribando tierra | Oscar Rodríguez (ARMH)

En el equipo de voluntarios de la ARMH hay varios jóvenes que ya han participado en otras exhumaciones. Uno de ellos es José Manuel Doutón, de 22 años, licenciado en Historia y encargado estos días de cribar la tierra, de atender a las familias de las víctimas y de ofrecer información a periodistas y curiosos. “Me interesa mucho este aprendizaje, estar en un movimiento social para crear un mundo mejor y ayudar”, cuenta.

Julia Silva, de 24 años, trabajadora social, también ha participado en varias exhumaciones: “El sistema que rodea a cualquier persona es la familia. Incluso cuando parece que no, la familia siempre está presente. Una de estas balas que hemos encontrado aquí se llevó por delante a una persona. Pero no solo a ella. De algún modo, se llevó por delante a una familia entera. Y, a gran escala, a un pueblo entero, porque esto afecta a toda una comunidad”, explica.

El arqueólogo Serxio Castro y los voluntarios de la ARMH Julia Silva y David Ramírez. | Olga Rodríguez

La solidaridad de la búsqueda

“No puedo evitar pensar que esta bota fue usada, tuvo vida, se aprecian las pisadas en el talón”, musita Malena García, voluntaria de la ARMH mientras retira la tierra que rodea a una bota que asoma en la fosa.

Un par de metros más allá, en la misma zanja serpenteante, el arqueólogo Serxio Castro cepilla pacientemente un cráneo aún incrustado en el suelo y el voluntario David Ramírez, experto en objetos, escruta unas gafas halladas el día anterior. A su lado, la arqueóloga Nuria Maqueda y el vicepresidente de la ARMH, Marco González, cavan y supervisan. Llevan más de una década participando en exhumaciones. Óscar Rodríguez, el fotógrafo de la asociación, documenta cada hallazgo.

A mi bisabuela la raparon y violaron dos días después de haber dado a luz. Tuvieron que subirla a un carro porque no se tenía en pie. 

También colaboran varios voluntarios de Asturias, como David Fernández o la historiadora Marina García, librera en Gijón. Algunos de ellos tienen familiares asesinados o desaparecidos por el franquismo. Es el caso de Marina:

“Mi bisabuela sale en un libro en asturiano sobre la represión en la zona occidental de Asturias. Ella lo contaba poco, pero supimos que la sacaron de casa, la raparon y la violaron. Había dado a luz dos días antes. Tuvieron que subirla en un carro porque no podía ponerse de pie”, cuenta mientras escarba la tierra.

Voluntarios de la ARMH hablan con Sabino Fernández, de 90 años, hijo de un desaparecido en la fosa del Rellán | Olga Rodríguez

Malena García se ha encargado estos días de tomar datos y muestras de ADN a las familias de los desaparecidos en esta fosa. Cerca de aquí se encuentra la fosa del Rellán, donde hace unos meses la ARMH exhumó restos de varias víctimas. La próxima primavera, cuando se ablande la tierra, retomarán las tareas. Mientras tanto, la identificación del ADN sigue su curso, a la espera de las pruebas del laboratorio. El proceso es lento.

“Si el Estado se encargara de tener equipos propios que impulsaran las identificaciones todo podría ir más rápido”, murmura un voluntario cuando llega hasta esta exhumación de La Garba Sabino Fernández, de 90 años de edad, hijo de un asesinado en la fosa del Rellán. Viene acompañado por su hijo: “Buenas tardes, amigos. ¿No sabréis cuánto queda para que tengamos el resultado de las pruebas?”, pregunta. El tiempo depende del laboratorio privado al que se han enviado las muestras de ADN.

El equipo de la ARMH se moviliza y corre hacia Sabino para tranquilizarle. Surgen muestras de cariño, palabras de aliento, miradas atentas. “Ochenta y cuatro son ya. Ochenta y cuatro años esperando”, murmura el hombre. “Gracias por todo, amigos. Gran trabajo hacéis”, dice su hijo. Cuando se alejan en su coche, se hace el silencio y a una voluntaria se le humedecen los ojos. En la solidaridad de la búsqueda no solo se resienten las rodillas y las lumbares.

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Fotografía destacada: Amparo Arias, hija de José Arias, asesinado y desaparecido en la fosa de La Garba en 1938, junto con hijas, nietos, bisnietas, integrantes de la ARMH y vecinos de la zona. | Olga Rodríguez

Fuente:https://www.eldiario.es/sociedad/cuatro-generaciones-pie-fosa-franquismo-acabar-juntines-toca_1_9237623.html

Emigrado durante décadas a Cuba y Florida (EEUU), Rafael Miranda es el casi seguro candidato a portar el dólar de oro hallado en la fosa de El Rellán (Asturias): su hija Onelia, de 87 años, recuerda que el represaliado “hacía de burro y me llevaba, tendría yo tres años… eso me quedó grabado”

— Un dólar de oro entre los fusilados y enterrados bajo los cerdos

eldiario.es / Peio H. Riaño / 13/08/2021

Rafael fue demasiado socialista, leído y muy admirado. Rafael Miranda Huerta fue fusilado hace 84 años por alguna razón que sus familiares desconocen. Quizá fue por alguno de estos tres motivos. Simplemente, un día no volvió del cuartel de la Guardia Civil de la zona de Grado (Asturias).

Su hija Onelia tiene 87 años y una capacidad para la oratoria que le dicen le viene de su padre, Rafael. “Él estaba algo metido en política. Pronunció mítines en Llantrales y algún colegio. Rogelio, que lo oyó hablar, me dijo que era impecable. Sabía hablar y contestar. Creo que era inteligente y estaba bastante leído. No sé si fue en Tampa o con don Hilario, un maestro de Grado muy conocido, que tiene calle en Grado. Mis tías decían que era muy buen maestro”, comenta. Los mítines en la comarca fueron a su vuelta de Tampa (Florida), donde estuvo cerca de veinte años y a donde le acompañó su hermano pequeño, Marcelino, que no regresó. Uno rondaba los 22 años y el otro los 18 cuando emigraron, primero, a Cuba. Rafael regresó con más de cuarenta. Marcelino se quedó allí.

A la precisión con la que Onelia usa sus palabras le acompaña una memoria inoxidable. Sus recuerdos sobre aquellos días son los que su madre y sus tías construyeron en ella. “Hablaban muy poco con nosotras de aquellas cosas. No querían contarnos ni a mi hermana ni a mí las barbaries mientras éramos rapacinas”, dice sentada a la mesa de la cocina de su piso, en una colonia de edificios de tres alturas, a la salida de Grado. Sólo tiene un recuerdo de él: “Que hacía de burro y me llevaba a carrapuchu por la sala de mi casa palante. Tendría yo tres años. Pues eso me quedó grabado”, cuenta y se le ilumina la cara.

En la conversación está presente su hijo Carlos y el exalcalde de la ciudad, Pepe Sierra (IU). Su marido falta desde hace una semana y dice que “así anda la cosa” si le preguntas cómo se encuentra. Suspira. Trata de asumir la pérdida. Ha tenido una semana ajetreada de luto y exhumación. Fue hace unos días a ver los resultados del trabajo de los voluntarios y voluntarias de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). Estuvieron una semana rescatando parte de los cuerpos de los fusilados en El Rellán, en un prado a la salida de la ciudad y muy cerca de Villanueva, una aldea famosa por un hermoso torreón de 20 metros de altura de lo que debió ser un castillo del siglo XV. Allí está la casa de la familia de Onelia. Este sábado celebran las fiestas, es tiempo de siega y huele a heno, a pesar de un verano otoñal. El río Cubia cruza ancho y sereno el valle, que padeció la crueldad franquista en los días de la Guerra Civil y la represión durante la posguerra y dictadura.

Onelia, la hija de Rafael durante los trabajos.

Persecución familiar

Ahora es difícil ver algo más allá del espectacular paisaje, pero el paraíso también tiene memoria y secretos que todo el mundo conoce. “Había un rondín [vigilante] que llamaba Lucindo, que siempre me dijo: “Tu padre tá en El Rellán”. Siempre lo decía”, recuerda sin atisbo de rencor. Lucindo tenía buena información, militaba en Falange. Onelia hace años que no vive en ese valle de su infancia. No dejaron descansar a la familia y tuvieron que cambiar su hogar de pueblo una y otra vez. Un día llegaron a registrar la casa y dieron con el baúl de Tampa en el que su madre tenía todavía ropa de Rafael, asesinado años atrás, y el ajuar “fabuloso” que le habían comprado sus padres.

Mandaron abrirlo y le preguntaron dónde había robado todo eso. Su madre sacó la factura del ajuar, comprado en almacenes “Los Chicos”. “Mi padre dejó claro que esas facturas no se tiraran nunca y uno de los guardias le dijo a mi madre: “Está usted muy equipada”, cuenta. Afortunadamente aquel guardia no se dio cuenta de que la madre guardaba el reloj de bolsillo de su padre. “Tenía unas hojas de oro incrustadas”, se detiene Onelia hablando de un objeto muy poco habitual entonces por allí.

Esa fue su vida de amenaza, persecución y acoso desde octubre de 1937, cuando mandaron a Rafael acudir al cuartel. “Mi padre lo mandaron venir a presentarse al cuartel de la Guardia Civil y mis tres tías, solteras, además de mi madre, le dijeron que no fuera. Querrían decir que se escondiera. Y él: “¿Por qué me voy a esconder si nunca he hecho daño a nadie, de qué me voy a guardar? Marchó y no volvió más. Se supone que está en El Rellán, pero nadie lo vio. Creo que estuvo preso varios días antes de que lo mataran”, cuenta Onelia. En la campa donde montaron una granja de cerdos sobre la fosa con decenas de cuerpos también había un salón de baile. A su hermana y a ella le decían “no entréis allí”.

Moneda hallada en la fosa.

Manda a su hijo Carlos a por una de las fotos que tiene en la mesilla del recibidor. “Este es Rafael Huerta Miranda. Se casó mayor, con unos 45 años. Esta foto es de Tampa, mira esos zapatos blancos, blancos. Vivía en una avenida que se llamaba Ybor. El dólar no lo tiene en esa foto a la vista. Vete tú a saber si lo tenía en el bolsillo”, explica Onelia con el marco entre las manos. Guarda la foto como un tesoro. Aunque está por venir otro: el dólar de oro es el objeto más llamativo que los voluntarios de la ARMH hallaron en el entorno de la fosa. Una moneda acuñada en 1856, con un punto de soldadura que posiblemente utilizara su dueño como colgante. “Yo creí que al dólar no se le hace prueba del ADN”, bromea. No sabe si es de él. Pepe Sierra, que ha investigado la identidad y vida de los fusilados en El Rellán, asegura que no puede ser de otro. Nadie más estuvo en EEUU y fue asesinado.

Los zapatos blancos

Rafael viste un traje oscuro de raya diplomática, camisa blanca y corbata estrecha lisa. El estudio del fotógrafo tiene alfombra y un telón de fondo. El decorado lo remata la silla de patas curvas que forman una equis, una inspiración de las sillas curul romanas que se ofrecía a modo de trono. Rafael, sentado, cruza las piernas mientras pierde su mirada lejos del objetivo de la cámara fotográfica. En el gesto deja ver la extravagancia de charol que se ha permitido calzar: zapatos blancos de cordones, con tacón cubano y rematados en punta. Si esta es la prenda que más habla de cada uno de nosotros de Rafael quizá digan que ha roto con su pasado labriego y no espera que su futuro tenga condena. El detalle lo agarra entre los dedos. Con la mano izquierda sostiene un puro. Parece zurdo pero no campesino.

El puro es importante porque al regresar a España siguió labrando el campo y plantó tabaco en el valle. De Florida y Cuba también trajo las semillas del socialismo. La gente le decía a Onelia que su padre había sido muy bueno con todos. “Que yo sepa todo el mundo lo trató bien. Salvo aquello que debió ser una denuncia por envidia y lo liquidaron. Lo de los mítines y las cosas de diario, porque era una persona abierta y estaba capacitada para defenderse hablando y eso molestaba mucho. Siempre oí a mis tías que había muchas envidias contra él”, recuerda. Necesita encontrar a su padre para tenerlo en mejor sitio. Pregunta si de la fosa salen huesos largos o “huesines”. “Ojalá aparezcan sus restos para que no estén sin padre ni madre”. Ese es su deseo 84 años después de que lo asesinaran y lo ocultaran bajo la tierra y una gochera.

Así ha sido la vida de Onelia, entre indicios y esperanzas, sin saber lo que creer del padre que no le dejaron tener por sus ideas. En El Rellán, los 14 cuerpos que de momento han recuperado, no hay soldados. Ni rastro de ropa militar. Se ha conservado un abrigo de paño duro. El cuerpo está boca abajo y también asoma entre los restos lo que parece una pitillera. “Esto no es una excavación arqueológica, es una exhumación, un acto de reparación de la memoria de todas estas familias que el Estado se niega a asumir”, explica desde la fosa Malena García, voluntaria de la ARMH. Onelia, como el resto de los familiares de las víctimas, necesitan reconocimiento. Y que su historia no quede enterrada.

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Fuente:https://www.eldiario.es/sociedad/rafael-hombre-dolar-oro-socialista-franquistas_1_8218090.html

Memoria Histórica | |
Publicado por ARMH

Un dólar de oro entre los fusilados y enterrados bajo los cerdos

Hallan restos de 14 cuerpos en la fosa asturiana de El Rellán, aunque la Asociación para la Recuperación de la Memoria prevé encontrar muchos más cuando el Principado de Asturias decida derribar la antigua granja que impide la exhumación de los cadáveres

eldiario.es / Peio H. Riaño / 08/08/2021

“Es de mi padre”. Ha sido el pensamiento reflejo de Onelia. No lo ha podido evitar. Escuchaba con atención a David Ramírez, voluntario de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), que enumeraba desde el fondo de la fosa los objetos hallados en cuatro días de excavaciones en El Rellán (Grado, Asturias). Medio peine, hebillas de zapatos y cinturones, partes de madreñas (el zueco asturiano), un abrigo, casquillos de nueve milímetros junto a los restos de 14 cuerpos. El tiro de gracia de una brutal campaña de represión franquista ejecutada en octubre de 1937 contra la población de la zona. No hay restos de ropa militar. No son soldados. Las víctimas de esta matanza sin freno, en una localidad decisiva en la toma de Oviedo y destrucción del ejército republicano del norte del país, es gente del pueblo significada con el socialismo o los movimientos obreros.

La fosa es, en realidad, una trinchera republicana que los franquistas aprovecharon para arrojar los cuerpos a los que quitaron la vida (más de 150 en un mes) y rematarlos en esa herida que apenas tiene más de medio metro de ancho y zigzaguea por el terreno que van descubriendo los operarios. Los cuerpos se amontonan uno sobre otro, boca abajo. David está a un paso de la fosa con los restos todavía sin exhumar y se dirige a los familiares que en la mañana del viernes han llegado para encontrar respuestas y los cuerpos de sus padres y abuelos. Onelia ha llegado con la esperanza de poder dar entierro a su padre, sin tener seguro que estuviera en esta esquina de la finca, pegada al río Cubia y sobre la que todavía se levanta la gochera en la que se crió y engordó a cerdos durante seis décadas. Una granja de cerdos sobre una fosa. Para David Ramírez fue un acto premeditado, una metáfora provocada, el insulto póstumo.

Moneda hallada en la fosa Óscar Rodríguez / ARMH

David ha continuado con sus explicaciones a los familiares: “El objeto más llamativo de todos los que hemos encontrado es un dólar de oro de 1856”. Y lo ha sacado de la bolsa de plástico en la que conserva otras bolsas más pequeñas donde han ido apartando los restos hallados que pueden identificar a los asesinados. Hay unos cuarenta familiares en torno a la excavación. Luisa, Sabino, Carmen, Concepción, Mercedes, Feliciana, además de Onelia, entre otros tantos. Están sentadas al borde de la zanja, en unas sillas de tijera que ha traído el alcalde de Grado, José Luis Trabanco (IU), mientras los voluntarios y voluntarias excavan. Observan como espectadores de su propia historia. Mercedes se acercó el jueves, miró bajo los toldos y se encontró con los operarios en plena faena: “A ver si me sacáis a mi papín de ahí”, les dijo.

Memoria oral

Un dólar de oro en una fosa ocultada por una granja. Entre los cerdos y los cadáveres apenas había un montón de arena. Pepe Sierra, exalcalde de Grado, ha compartido pensamiento con Onelia cuando ha escuchado a David. “Es de Rafael”, se ha dicho Sierra. Gracias a él ha aflorado la memoria de estos terrenos, que el alcalde Trabanco compró, en diciembre de 2018, por casi 65.000 euros. Un gesto histórico que ha liberado de la infamia este campo. Sierra se ha encargado de cuidar el archivo del consistorio y los relatos orales de los últimos supervivientes, y ha fundado una asociación que recibe el nombre de Carlos Barrero, el último alcalde de la República en esta localidad, fusilado a las dos semanas del golpe de Estado cometido por Franco.

Sierra tiene identificados a la mayoría de los asesinados y arrojados a la zanja. Alguno de ellos fue a Cuba, pero solo Rafael, el padre de Onelia, estuvo en Tampa (Florida) de donde debió de traer el dólar de oro. David añade que la moneda tiene un punto de soldadura. “Debía portarlo como colgante o en un anillo”, explica a este periódico.

Restos encontrados en las excavaciones de Grado (Asturias) Óscar Rodríguez / ARMH

Se llamaba Rafael Huerta Miranda y fue fusilado el 13 de octubre de 1937. Había cumplido 50 años y era reconocido por su elocuencia al hablar, su amabilidad y respeto. No había cumplido los treinta y emigró, como tantos otros asturianos, a América en busca de una oportunidad. A finales de siglo las crónicas recuerdan los viajes de 35 días en el vapor francés “El Corduan”. La crónica del trayecto redactada por otro migrante, José González, es muy elocuente: “Era lo más malo y lo más atorrante que dios largó al mundo. Sigo creyendo que un individuo que hubiese cometido media docena de crímenes, el mejor castigo era mandarlo en ese vapor a la Argentina”, dejó escrito en 1899, en su viaje a América con 15 años.

Un recuerdo dorado

Cuando Rafael Huerta regresó a Asturias veinte años después siguió con sus tareas de labranza y se vinculó al socialismo y dio mítines en la zona. “Debía guardar aquel dólar como recuerdo”, cuenta Sierra a este periódico, que tiene perfectamente datada la vida de Huerta. Onelia tenía tres años cuando mataron a su padre. El recuerdo familiar es imborrable, como el del resto de los que se han acercado al Rellán esta mañana: Rafael recibió una notificación de la Guardia Civil para presentarse en el cuartel. Su mujer insistió en que no atendiera el reclamo, pero fue para allá en contra de la madre de Onelia, a la que había conocido a su vuelta. No lo volvieron a ver nunca más.

Los soldados sublevados arrestaban a los vecinos, jóvenes y ancianos. Primero los interrogaban y torturaban en el chalé de Patallo, que se conserva a la entrada de Grado. Una presencia escalofriante, donde todas las historias de las familias se pierden. Es el caso de Rafael, pero también del padre de Sabino. Tiene 89 años y muestra su dolor: “Lo que ocurrió aquí fue el fascismo sin control, matando a diestra y siniestra”. Tiene 89 años y espera encontrar a su padre, que estaba “guardado” (escondido) hasta que lo amenazaron con matar a sus tres hijos si no se entregaba. Tenía cinco años cuando se lo llevaron al chalé.

También vio asesinar a su abuelo. Echaba la siesta cuando una tropa de 200 o 300 falangistas cruzaba Grado. El vecino, vestido con su camisa azul, salió a saludar y a culpar a la familia de Sabino. Había que echar de allí a esos rojos, recuerda que dijo. Primero lo apalearon y luego le pegaron tres tiros en la parte de atrás de la casa. “Son cosas que no se pueden olvidar”, dice. Tiene muy buena memoria, recuerda la mancha blanca de la yegua del hijo del vecino acusador el día en que murió repentinamente, un año después de los hechos. “Cuando el padre conoció la noticia cayó fulminado”, cuenta.

La memoria no espera

Tampoco está dispuesta a olvidar Concepción Sánchez. Cree que tiene a su abuelo en la fosa. Su abuela bajaba a verle a Patallo todos los días. Y un día ya no estaba. Tenía tres hermanos más, de 15, 17 y 18, “y la madre un día fue a abrir la puerta y se encontró con los cuerpos de los tres, los mataron y se los dejaron a la puerta”. Cuenta que ni su madre ni su abuela hablaban de esto, pero ella insistía. “Si mi madre siguiera viva vendría a excavar con las dos manos. No hay derecho. Aparezca o no aparezca, yo no olvido ni perdono”, dice.

Labores de exhumación en El Rellán a cargo del equipo de la ARMH. Óscar Rodríguez

Carmen Álvarez tiene 86 años y quiere estar aquí cuando saquen a su padre. “Solo quiero los huesos de mi padre para ponerlos junto con los de mi madre, que voy a morir enseguida”, explica. Cerca de donde ahora se abre la fosa hubo en otros tiempos un lugar donde los jóvenes de El Rellán iban a bailar. Carmen recuerda cómo su madre prohibía a su hermana ir allí a divertirse: “No bailarás sobre el cuerpo de tu padre”, le decía. Los miembros de la ARMH calculan que debe haber unos treinta cuerpos bajo la granja que el Principado de Asturias no ha derribado. Fruto de la negligencia tendrán que parar la excavación y exhumación hasta que echen abajo el edificio. Creen que esto llevará otro año más. El equipo está “muy decepcionado” con la actuación de la consejera de Presidencia del Principado, Rita Camblor. Prometió hace un año y sobre el terreno una inversión de 150.000 euros para derribar la granja de los cerdos.

Un año después sigue en pie y la recuperación de los cuerpos y la reparación de la memoria de sus familiares tendrá que esperar a que la consejera Camblor cumpla con sus tareas. Hace un mes, cuando la asociación vino a sacar los cuerpos de las víctimas y tuvieron que posponerlo por las lluvias, Luisa, de 95 años, pidió un hueso de su padre. “Con eso me conformo”, dijo a la cámara de CTXT. Hoy ha llegado de las primeras, sobre las once, ha tomado asiento y ha seguido el proceso sin quitar ojo a las labores de los 14 trabajadores. Marco González, vicepresidente de la ARMH, se dirige a Luisa y el resto para mandar un mensaje de esperanza: “Espero que podamos encontrar los restos de vuestros familiares y devolvéroslos para que los enterréis”.

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Fotografía destacada: Trabajos de exhumación en Grado (Asturias) Óscar Rodríguez / ARMH

Fuente:https://www.eldiario.es/sociedad/dolar-oro-fusilados-enterrados-cerdos_1_8202538.html?fbclid=IwAR04r0sSi7DbiZ8BweY7Qpy2OyCVDEoR3YLf1NVXKPsOspG14nFVlQcAqhY

«Lo que más quiero en este mundo es encontrar a mi padre, aunque solo sea un hueso, para llevarle a descansar con mi madre». Este deseo pronunció ayer emocionada María Luisa Flórez, de 95 años, mientras colocaba una rosa roja en la fosa común de El Rellán, en Grado, el lugar el que hace ochenta y cinco años la crueldad de la dictadura franquista pudo acabar con la vida de su padre por «amar la libertad».

elcomercio.es / Juan Vega / 09/08/2021

Flórez estuvo arropada por el medio centenar de personas que acudieron a la finca moscona a homenajear a todos desaparecidos con motivo del fin de los trabajos de exhumación que la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) realiza desde inicio del mes y que, por el momento, ha logrado encontrar restos de catorce personas, las dos últimas en la jornada de ayer. En el lugar donde aparecieron los cuerpos los familiares de las víctimas realizaron una ofrenda floral. Grado buscará restos en otras trece fosas.

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Fuente:https://www.elcomercio.es/asturias/quiero-mundo-encontrar-20210809001150-ntvo.html

Memoria Histórica | |
Publicado por ARMH

Retoman las exhumaciones de la fosa de El Rellán, en Grau

La ARMH, además de llevar a cabo la exhumación de los restos ya localizados, va a llevar a cabo una toma de muestras de ADN a 29 familias de las que se tienen datos

diario16.com / Eva Maldonado / 15/06/2021

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) retoma mañana la exhumación de la fosa de El Rellán, en Grau (Asturias) después de meses de paralización por parte de un juzgado que obligó a interrumpir los trabajos en julio de 2020 y no llevó a cabo como autoridad judicial ningún avance en la búsqueda de los restos de los asesinados que se encuentran en la finca.

En esta ocasión la ARMH, además de llevar a cabo la exhumación de los restos ya localizados,  va a llevar a cabo una toma de muestras de ADN a 29 familias de las que se tienen datos. Además, va a solicitar al juzgado la devolución de todo el material óseo que fue trasladado al juzgado, así como los casquillos de bala que recogieron hace un año. El objetivo es reagrupar todos los restos con los que vayan a ser recuperados estos días.

Un año del inicio del trabajo de la ARMH en Grau

Hace casi un año que la ARMH inicio sus trabajos y ante las primeras evidencias de restos humanos con signos de violencia, y la recuperación de varios casquillos de bala, el Juzgado Número 1 de Grau se personó en el lugar, detuvo la exhumación y lo que parecía una intervención judicial destinada a buscar a los desaparecidos supuso una paralización de la búsqueda que ha causado un retraso de casi un año.

Durante ese tiempo en varias ocasiones la ARMH solicitó al juzgado permiso para retomar los trabajos y fue denegado en espera de informes que tardaron meses en redactarse.

En todos esos momentos la ARMH apeló a la edad avanzada de algunos familiares y a que la Convención de la ONU contra de Desaparición Forzada e Involuntaria insiste en la urgencia con la que deben actuar las instituciones públicas para eliminar lo antes posible las consecuencias dolorosas de la desaparición de un ser querido.

ARMH, recursos propios

La exhumación y las identificaciones de la fosa de Grau la lleva a cabo la ARMH con recursos propios que les proporcionan sus socios, socias y donantes, además del impagable trabajo de personas voluntarias que dedican mucho tiempo y esfuerzos a reparar a las familias.

Por eso molestó que la consejera de Presidencia, Rita Camblor, visitara sus labores de exhumación, que se llevan a cabo sin la participación económica de ninguna institución. La consejera aprovechó ese escenario para hablar del dinero que el Estado destina este año para la memoria en Asturias, cuando la ARMH se opone al sistema de subvenciones y ha llevado a cabo numerosas protestas a políticos que hablan mucho de las partidas económicas y poco de los crímenes y los responsables de los mismos.

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Fotografía destacada: Exhumaciones de ARMH en Grau

Fuente:https://diario16.com/retoman-las-exhumaciones-de-la-fosa-de-el-rellan-en-grau/

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