Fosa: Lario (León)
Fuente: Informe arqueológico de la exhumación
Autor: René Pacheco Vila
Álbum de fotografías de la exhumación
Según cuentan los testimonios , María de los Desamparados Blanco nació en Despeñaperros (Jaén) en 1895, pero se crió en el Hospicio de León, de ahí su huérfano nombre. A los 18 años daba clases de piano a gente de la clase alta de la ciudad y eso le permitió pagarse sus estudios para convertirse en maestra; ejerció como tal primeramente en otros territorios, solicitando después el traslado al colegio femenino de Burón, ya que su pareja ejercía de maestro en una localidad cercana a ésta.
Tal y como relata su único hijo, Laurentino Fernández Blanco, María era muy católica; tocaba el armonio en misa y “no tenía grandes ideologías, simplemente era una maestra, como todos, agradecida a la República por reconocer a los maestros con mejores sueldos”.
Por otra parte, Eusebio González Ordóñez nació en Maraña (León) en 1883, y ejercía de maestro en el colegio de Burón; no obstante, Eusebio realmente se dedicaba a la agricultura y la ganadería. Según Laurentino Fernández, “no sabía nada de política, y tal vez lo mataran por error, pensando que se trataba de mi padrastro”.
La noche del 30 de septiembre de 1936, dos falangistas fueron a buscar a los dos maestros a sus respectivos hogares con el pretexto de que debían declarar en un juicio en León. Primeramente recogieron a Eusebio y, seguidamente, a María de los Desamparados; según los testimonios, en ese momento ella recordó que no llevaba dinero y, al dar la vuelta para entrar en casa, el maestro le dijo que, al lugar al que iban, no necesitaría. Del boca a boca ha trascendido que Eusebio llegó debilitado a la ejecución, pero que María de los Desamparados se defendió tan salvajemente como pudo y se enfrentó a sus ejecutores hasta el final. Algunos vecinos narran que se llegaron a escuchar sus gritos en todo el pueblo; su bolso y su abrigo lo luciría después, supuestamente, la esposa de uno de los ejecutores.
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