La ARMH finalizó el 16 de octubre su intervención en la fosa de La Llera, en la localidad leonesa de Candemuela del municipio de San Emiliano. En ella ha conseguido encontrar los restos de tres hombres, que se han mantenido en buen estado y, por la colocación de los mismos, se deduce que las personas que los enterraron lo hicieron con cierta humanidad.
Las pruebas de ADN determinarán las identidades de los tres cuerpos que según la investigación de la ARMH se corresponden con: Alipio Alonso Tejerina, de 33 años; Víctor Alonso Alonso, de 71 años; y Manuel García, de 70 años. Los tres fueron asesinados por un grupos de pistoleros falangistas el 28 de octubre de 1936, dentro del periodo que se conoce como el “terror caliente” que como había escrito el general Emilio Mola en sus instrucciones para el golpe tenía que ser un periodo de máxima violencia para erradicar y amedrentar a quienes no apoyaron el golpe de Estado del 18 de julio de 1936.
La ARMH trasladará los restos a su laboratorio de Ponferrada donde se extraerán muestras óseas genéticas para cotejarlas con las de las familias. Una vez que las pruebas de ADN ratifiquen las identidades los familiares enterrarán los restos junto a otros de sus seres queridos
Los trabajos de investigación, exhumación e identificación como ya sabéis se llevan a cabo con los recursos que ponen a disposición de la ARMH sus socios y socias. La ARMH no solicita subvenciones para la búsqueda de desaparecidos porque se opone a ese modelo político de la Junta de Castilla y León y del Gobierno central al considerar que en una democracia “los derechos humanos no se subvencionan, los derechos humanos se garantizan”.
Por otra parte, la asociación busca cualquier información que le permita localizar los restos de Teodora Alonso Tejerina, que tenía 33 años y era hija de Víctor y hermana de Alipio, el padre y el hijo que han sido exhumados en Candemuela. En su acta de defunción se dice que los hechos ocurrieron en el término municipal de San Emiliano pero ningún testimonio ha señalado cuál pudo ser el paradero de su cadáver después de ser asesinada.