La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica recupera los cuerpos de los cuñados Manuel Pérez Méndez y José Pérez González durante una exhumación en Villapedre (Asturias) que concluyó el pasado 21 de julio

publico.es / Adela Lobo / 29/07/2022

Manuel Pérez Méndez era un trabajador de Asturias. El 12 de agosto de 1936 estaba en su casa, junto a su mujer. Ese día, sin embargo, todo cambiaría. Soldados franquistas entraron en su hogar y lo sacaron a rastras. Solo le dio tiempo a decir una cosa a su mujer: «Tiva, se n’algo che faltéi, perdóname (Tiva, si en algo te falté, perdóname)». La desgracia no llegó sola a la familia. Ese mismo día las fuerzas franquistas se llevaron también al cuñado de Manuel, José Pérez González. Ahora, 86 años después, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ha concluido el proceso de exhumación. «Nos han cerrado muchas puertas», explica Charo, la mujer del nieto de Manuel, a Público.

Tras la intervención en Villapedre, se han hallado los huesos de 2 varones de unos 30 años. «Después de todo, esto es una gran alegría, aunque también sentimos rabia y dolor«, aclara Manuel Pérez Pérez, nieto de Manuel Pérez Méndez. El proceso ha sido breve pues se inició la localización el 19 de julio y terminó el 21 de ese mes. La asociación califica el proceso como «una intervención fácil», debido a que el área de actuación abarcaba unos 9 m².

Charo, la mujer del nieto de Manuel, comenta a Público que se le ocurrió solicitar la exhumación cuando leyó un párrafo que se publicó en el libro de las fiestas de Villapedre. El texto explicaba quiénes estaban enterrados en el cementerio de Villapedre. «¿Por qué no movemos esto?», le dijo a su marido. «Me pasaron al escritor y de ahí a la asociación», explica Charo a Público. A partir de ese momento, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica empezó a planificar la investigación y la exhumación de los cuerpos de los asesinados.

La familia comenta que el día que comenzaron a mover la tierra se acercó un hombre y dijo «ni los muertos dejáis tranquilos». A lo que Charo contestó: «Los muertos no, señor, los asesinados«.

La historia detrás de los huesos

«En Asturias el golpe nada más tuvo éxito en la capital y en unos cuarteles de Gijón, así que los esfuerzos de las autoridades republicanas se centraron en acabar con esos focos”, comenta el historiador Xosé Miguel Suárez Fernández a Público. “En auxilio de la capital sitiada por la República, los sublevados enviaron una columna militar desde Galicia que fue la que fue avanzando por el noroccidente asturiano y la que acabó de tomar la zona».

Xosé Miguel Suárez Fernández ha recogido las historias de estas víctimas en su libro Como augua de torbón. Guerra civil y represión franquista el estremo noroccidental de Asturias, una investigación que nace con el objetivo de sacar a la luz las historias de las víctimas que provocó el golpe militar de 1936 en la zona. Entre esos asesinados por el régimen en Asturias se encuentran Manuel y José.

Manuel Pérez Méndez nació el 1 de septiembre de 1905 en un pueblecito del municipio asturiano de Navia. Le apodaron el ‘pequenu’. Con 21 años contrajo matrimonio con María Natividad Méndez García, a la que se referían con el diminutivo ‘Tiva’.

La hermana de Manuel, Julia, estaba casada con José Pérez González, alias Pepe Baragaña. Él nació el 20 de diciembre de 1905 en Bárzana, aldea de la parroquia de Villapedre. José se casó con Julia, la hermana de Manuel.

Represión al movimiento obrero

Tanto Pepe Baragaña como su cuñado se dedicaban a labrar la tierra y cuidar del ganado. Su compromiso con el movimiento obrero los llevó a sindicalizarse en la UGT. Después del golpe de Estado, se organizó el Comité de Guerra de Villapedre, con el que los cuñados colaboraron.

Sobre el ‘pequenu’ se comentó que poseía una lista con números por cada casa de la contorna. A partir de este dato, se extendió el rumor de que era un listado para matar gente. Sin embargo, era un cómputo de las vacas y jatos que había en cada caserío por si fuera necesario requisar ganado para hacerse con carne para los milicianos. El rumor fue justificación suficiente para los sublevados, que fueron directamente a buscarlo a su casa.

El movimiento sindical y político de izquierdas fue arrasado por la opresión. A partir del dominio de los golpistas, comenzó una represión que tuvo una vertiente judicial, pero no fue así en otros casos. Los sublevados sacaron a gente de sus casas con el objetivo de asesinarlos. Este fue el caso del ‘pequenu’ y José.

El 12 de agosto de 1936 una cuadrilla franquista llegó a la casa de Manuel con el objetivo de atraparlo. Fueron directos a por él. «Tiva, se n’algo che faltéi, perdóname«, le dijo a su mujer mientras la cuadrilla lo sacaba a rastras. Sonaba a despedida, sabía que lo iban a matar.

Los asesinos también fueron a buscar a José y a otro vecino, Vicente Suárez García. Con ellos, iba el párroco, al que aquellos tres hombres, escoltados por la fuerza, le preguntaban suplicando qué hicieron ellos.

Desde una ventana la madre de Vicente gritaba que los dejaran. La mujer le rogó al cura que no mataran a su hijo delante de ella y los asesinos decidieron dejar su muerte para después. No fue el caso de Manuel y José, a quienes mataron los franquistas a la derecha de la puerta del garaje de una casa. La prueba del asesinato quedó grabada en el mismo garaje, donde todavía se ven los impactos de las balas.

Las vidas que quedan atrás

Julia y ‘Tiva’ se convertían en viudas al cargo de sus hijos. Julia escuchó los tiros desde la carnicería de Veiga. Cuando la mujer volvió a su casa de Bárzana y le dieron la noticia, se desmayó. Julia tendría que mantener sola a su hija de siete años, Berta.

Por otra parte, la mujer de Manuel tendría que cuidar de sus cinco hijos: Laureano, José, Manuel, Fabricio y Beatriz. Consiguieron salir adelante gracias a las cuatro vacas que tenían y a la ayuda de los vecinos.

Ángel, uno de los hermanos de José, huyó de las fuerzas franquista. Tuvo que esconderse durante años en el desván para evitar que lo encontraran. Los sublevados llamaban todos los días a la hermana de José, Ramira, para que declarara forzosamente dónde se encontraba su familiar. Finalmente, Ángel se fue a Santander. Solo volvió para el entierro de su hermana, que tanto lo había protegido.

El hermano de Manuel, Luis, fue al frente en noviembre de 1937. Nunca volvió y lo dieron por desaparecido. La familia cree que lo fusilaron por intentar pasar a las filas republicanas.

La recuperación de los cuerpos

Los cadáveres de Manuel y José fueron transportados en 1936 por un vecino enterrador, quien cavó un hoyo en la parte civil del cementerio de Villapedre para dar sepultura a los asesinados. Con la ampliación del cementerio en 1965, los restos de las víctimas se trasladaron. Tras esto, las familias perdieron la ubicación de los cuerpos.

Según informa la asociación, la recopilación de datos comenzó en agosto de 2019, pero el proceso paró por la pandemia. Este año la asociación ha podido comenzar por fin la exhumación. Por fin, han localizado el enterramiento secundario y han hallado a 2 varones de unos 30 años.

«Creemos que sí, tenemos la esperanza de que sean ellos», explica Charo. Las familias podrían recuperar los cuerpos después de tres generaciones esperando.

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Fuente:https://www.publico.es/politica/impactos-bala-garaje-1936-muestran-represion-franquista-asturias.html#analytics-seccion:listado

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