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Documentos de interés

Memoria Histórica | |
Publicado por ARMH

Exhumación Manzanares (Ciudad Real)

La ARMH realizó en mayo la exhumación de los cuerpos arrojados a dos fosas comunes en la localidad de Manzanares, en la provincia de Ciudad Real. En ella se esperaba recuperar los restos de 30 víctimas de la represión franquista, asesinadas después de la guerra, entre junio de 1939 y noviembre de 1940.

En Manzanares hay un total de 288 víctimas asesinadas entre 1939 y 1947. De estas hay 255 enterradas en una fosa intramuros y dos con 33 personas extramuros; la separación entre ellas se debe a la división entre las zonas católica y civil del cementerio. En esta primera actuación de la ARMH se va a llevó a cabo la exhumación de la zona civil, lo que fue extramuros antes de los años 70-80.

Los familiares han estado muchos años protegiendo ese lugar. En 1981 la viuda de uno de los asesinados, Josefa Peñuelas, viuda de Francisco Martín Alcarazo, promovió la colocación de una placa con todos los nombres. En los años siguientes los familiares colocaron sepulturas sobre la tierra para señalar el lugar de la fosa y los posibles cuerpos allí enterrados. Fue gracias al esfuerzo de las familias que el lugar conservó su memoria y su recuerdo intacto.

Los trabajos se llevaron a cabo durante algo más de dos semanas, en una de las intervenciones más duras realizadas por la ARMH a lo largo de su historia.

El trabajo en la primera fase fue extremadamente meticuloso y ralentizado por el tipo de suelo calizo y la estrechez de la fosa que permitía trabajar a una sola persona dentro de ella. En una primera fase se recuperaron diez cuerpos antes de tomar la decisión de vaciar con una máquina retroexcavadora la tierra que rodeaba las fosas y así facilitar el trabajo del equipo de la ARMH.

También se produjo un gran avance en el número de familias implicadas consiguiendo contactar con más descendientes, esto en alguno de los casos se había visto complicado porque las familias emigraron lejos del pueblo en busca de unas condiciones sociales y laborales que no podían obtener al estar señalados por las autoridades franquistas.

Los familiares, que cada tarde y durante las dos semanas en las que transcurrió la exhumación se congregaban alrededor de la exhumación, decidieron celebrar un acto el sábado 29 de mayo con el que rindieron homenaje a las personas asesinadas en Manzanares, en el que miembros de la Asociación tuvieron también la oportunidad de explicar las labores que llevan a cabo desde hace 20 años en su lucha por la memoria y la defensa de los derechos de las víctimas de la represión franquista.

La ARMH apoyará al colectivo de familias organizado con la pretensión de que el trabajo de exhumaciones continúe en las 14 fosas que todavía se conservan dentro del propio cementerio. Se trata de una labor de DDHH y de voluntad política, que la ARMH recuerda constantemente al Gobierno de España. Los derechos de las víctimas no deben ser subvencionados; se deben garantizar.

La exhumación de las dos fosas comunes del cementerio de Manzanares, de la que finalmente se recuperaron los cuerpos de 34 personas asesinadas por la represión franquista, se prolongó durante 17 días de trabajo ininterrumpido y complejo a causa de las condiciones del suelo en las que una de las fosas que llegó a superar los 6 metros de profundidad.

El siguiente paso será al estudio de los restos óseos, para extraer de ellos toda la información de los mismos sobre la edad, la estatura y algunas características físicas que puedan orientar las identificaciones que finalmente se llevarán a cabo mediante pruebas de ADN.

Durante los trabajos de exhumación se encontraron diversos objetos que serán estudiados, restaurados y entregados a las familias en caso de que se produzcan las identificaciones. Entre los objetos se encontró: una medalla de una virgen, unas gafas, una caja de cerillas y además se han recogido numerosos casquillos de bala.

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Exhumación Andorra (Teruel)

La última intervención realizada en 2020 por la Asociación finalizó durante la última semana de octubre en Andorra (Teruel). Se buscaba en esta ocasión la sepultura individual que contendría los restos de Sebastián Blasco Aznar, nacido en la localidad turolense de Andorra, el 20 de mayo de 1895. Allí trabajó como labrador, sastre y sereno. En la Causa General, que instruyó el franquismo y que llevó a la condena a miles de republicanos, sólo se asegura que era cercano a las organizaciones de izquierda locales.

En la versión oficial de su muerte, redactada por las autoridades franquistas, se asegura que se trató de un suicidio, cuando iba a ser detenido por la Guardia Civil. Pero su viuda y sus hijas siempre han sabido que fue brutalmente asesinado por un grupo de falangistas locales a los que se sumaron dos guardias civiles.

Las labores de exhumación se llevaron a cabo en la zona conocida como el “Corralico”, junto a la tapia exterior del cementerio de Andorra, donde señalan los testimonios que tras ser asesinado, su cadáver fue arrastrado hasta las inmediaciones del cementerio, siendo enterrado fuera del recinto.

Su nieta, May Borraz, presente durante de los trabajos, ha estado tres años investigando la localización del lugar y compartía lo duras que fueron para su familia las consecuencias del asesinato y las secuelas que dejó: “Mi abuela repetía como un mantra que lo habían asesinado después de la guerra una pandilla de cobardes, pero mi madre, que sólo tenía dos años cuando ocurrió, lo vivió como con vergüenza. Creo que la primera generación, la de entonces, lo vivió con mucho miedo, la siguiente con vergüenza y la mía con rabia”.

Finalmente y tras prospectar unos 100 metros cuadrados se pudieron documentar cuatro entierros individuales extramuros del cementerio. Uno de ellos, afectado parcialmente por trabajos realizados posteriormente, parece que coincidiría con las características de un entierro clandestino debido a encontrarse enterrado decúbito prono -boca abajo- y con algunos objetos personales junto a su cuerpo. Las pruebas de ADN darán un cierre definitivo al caso en los próximos meses.

 

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Exhumación fosa 3 Guadalajara

Siguiendo la estela de la iniciativa de Ascensión Mendieta buscando a su padre Timoteo Mendieta, se inició el pasado 1 de octubre la exhumación de la fosa 3 del Cementerio de Guadalajara a petición de diez familias de las 21 personas fusiladas por las autoridades golpistas entre el 24 de febrero y el 9 de marzo de 1940. Esta intervención continúa la labor realizada por parte de la Asociación en los años 2016, con la excavación de la Fosa 2  y en 2017, con la Fosa 1. En este caso, la fosa es la contigua a las dos anteriores, es decir, la Fosa 3 del Patio 4 del cementerio.

Las víctimas son: Jesús Barriopedro Santamaría, José Burgos Portero, Pascual Cañas Herraiz, Andrés Carrascosa García, Emiliano Cobo Moreno, Francisco Cordón Herreros, Miguel de Agustín Taravillo, Julio de Amil Rodrigo, Manuel Fernández Vázquez, Ildefonso García Alcalde, José Gonzalo Palomino, Santos Horcajada Ibarra, Faustino López Martínez, Eugenio López Pascual, Bienvenido Maldonado Gonzalo, Ubaldo Molina Martínez, Teodoro Montesinos Roa, Antonio Puerto Fernández, Romualdo Puerto Ibarra, Valentín Santiago Vivar, Jacinto Tapia Serrano, Severiano Villa Díaz y Tomás Vicente Lorente. Sirva este listado para la difusión de sus nombres.

La particularidad con respecto a las intervenciones pasadas es que en esta ocasión para facilitar el trabajo y garantizar la seguridad de nuestro equipo humano se planteó el uso de una máquina retroexcavadora de pequeñas dimensiones para ampliar el área de trabajo y poder asegurar la zona contra derrumbes con apuntalamientos de la zona.

Los primeros restos humanos aparecieron el segundo día. Durante los trabajos de limpieza aparecieron evidencias, como una prótesis ocular, que indicaban que podían pertenecer a Miguel de Agustín nacido en 1914, en Chiloeches (Guadalajara). Miguel era soltero y trabajaba como jornalero. Estaba afiliado a la UGT. Fue detenido el día 28 de octubre de 1939 y, mediante el juicio sumarísimo nº 287/39, condenado a muerte. El día 9 de marzo de 1940 fue ejecutado y enterrado en la fosa 3. Miguel tenía 26 años cuando fue asesinado.

Los trabajos continuaron durante 10 días, con un ritmo de trabajo rápido gracias a la buena conservación de los restos y a la colaboración de voluntarios y voluntarias. Un grupo reducido de personas, adaptado a los momentos de pandemia mundial que estamos viviendo y que ha afectado durante la primera mitad del año a los trabajos de la ARMH. Del equipo forman parte algunos familiares de las diferentes fosas que existen en el cementerio y que quisieron contribuir con su colaboración y sus manos a ayudar a más familias.

Al finalizar la exhumación se realizó un pequeño acto de homenaje a las víctimas aunque la asistencia fue reducida debido a las restricciones causadas por la pandemia. Durante el homenaje se dio sepultura a los restos de 23 personas provenientes de la fosa 1 y de la fosa 2 en un panteón construido exclusivamente para este fin en la zona civil del cementerio. Algunas de estas víctimas permanecen sin identificar ya que después de numerosos llamamientos no ha sido posible encontrar a sus familias. Si en un futuro aparecen nuevas reclamaciones, gracias a las muestras de ADN tomadas previamente, será fácil realizar la identificación y la entrega a sus familiares.

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Exhumación Cementerio El Espinar

El objetivo de estos trabajos iniciados el día 1 de septiembre en El Espinar era localizar y exhumar los restos de entre 15 y 17 personas que acudieron desde Madrid para frenar el golpe de Estado del 18 de julio de 1936. Entre ellos había algunos trabajadores de la Casa de la Moneda en Madrid y del Ministerio de Fomento. Uno de ellos Eugenio Insúa, buscado desde hace años por sus familiares y que el día anterior a su muerte había bajado a Madrid para celebrar el tercer cumpleaños de su hijo.

La exhumación se llevó a cabo, una vez más, con los fondos que aportan los socios y socias de la Asociación y el trabajo de voluntarios y voluntarias.

Desde el año 2009 la familia de una de las víctimas, Eugenio Insúa Alós, con la ayuda de varias organizaciones, promovió la investigación y búsqueda de la localización de varias fosas del cementerio de El Espinar con el fin de identificar a su familiar y trasladar sus restos. Investigó en todos los archivos posibles con el fin de reconstruir la historia de su familiar y el lugar posible de su inhumación. Todo indicaba finalmente que su cuerpo podía ser uno de los inhumados el 26 de julio de 1936 en el Cementerio Municipal de El Espinar.

Se inicia así el día 1 de septiembre a instancia de sus familiares y de su hija, Rosa María, de 84 años, la búsqueda y exhumación de la fosa común. El lugar marcado es un pequeño espacio de la zona antigua del cementerio, todo esto según el libro de enterramientos y el hijo del propio enterrador de la época, que contaba con 6 años en el momento del suceso.

A lo largo del tercer día se empezaron a descubrir los primeros indicios de localización de la fosa común, los restos en un delicado estado de conservación se limpiaron lentamente para preservar el conjunto de la fosa y poder realizar el estudio antropológico.

En el noveno día de trabajo, durante la excavación apareció una alianza que tras su limpieza, dejó ver la fecha 1 de junio de 1931. En ese instante se procedió a consultar a la familia de Eugenio sobre la fecha de matrimonio de sus padres. Tal y como confirmó la documentación que conservaba la familia resultó ser la misma fecha que puede leerse en el acta matrimonial de Eugenio Insúa y Irene Serrano y Bartolomé.

La aparición de la alianza es una evidencia de la posible identificación de sus restos, pero la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica tiene previsto realizar una prueba de ADN para verificarlo genéticamente.

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Exhumación Almadén (Ciudad Real)

Feliciano Ramírez Alcobendas. nació el 13 de diciembre de 1913 de mayo en Puebla de Don Rodrigo (Ciudad Real). Durante la guerra civil formó parte del Ejército Popular de la Segunda República, siendo detenido en su localidad de origen cuando regresaba del Campo de Concentración de cerro Muriano (Córdoba). Según nos cuenta su familia, su hermana había conseguido un salvoconducto para que le dejaran libre pero fue detenido antes de llegar al pueblo. Durante un día estuvo detenido en el cuartel de la Guardia Civil de Puebla de Don Rodrigo junto a otras personas. Al día siguiente de su detención varios hombres fueron recogidos en un camión y no se volvió a saber de ellos, varios vecinos del pueblo fueron testigos de ello, avisando a la hermana que fue corriendo en su auxilio sin poder hacer nada y esta fue la última vez que lo vio con vida.

Las hermanas de Feliciano seguidamente se desplazaron a la cárcel de Almadén a informarse sobre el paradero de su hermano, pero le notificaron que allí no había ingresado. Tiempo después la familia supo que fue ejecutado el 2 de noviembre de 1940 cerca de Almadén en lo que se conoce como el Camino Corral Sancho. hecho constatable en el acta de defunción con fecha de 3 de noviembre de 1940 e inscrita en el Registro Civil de Almadén. Según el acta de defunción falleció en la finca llamada Corral de Sancho a consecuencia de heridas de arma de fuego y su cadáver recibió sepultura en el Cementerio de Almadén.  Después de un estudio previo del caótico y rudimentario libro de enterramientos, llegamos a localizar el lugar exacto de la inhumación de Feliciano Ramírez.

Este caso no es nuevo para la Asociación, ya que en el año 2011 un equipo de voluntarios trabajó en la búsqueda de su padre Vitoriano Ramírez García, asesinado ocho días más tarde que su hijo, acusado de colaborar con la guerrilla, asesinado y enterrado en el cementerio de Puebla de don Rodrigo. En esa ocasión no fue posible encontrar sus restos.

La intervención en busca del cuerpo de Feliciano se inició el 3 de agosto de 2020, pese a la dureza del terreno y a la mala conservación de los restos la exhumación fue un éxito. Ahora solamente falta la confirmación de su identidad que proporcionarán los correspondientes análisis antropológicos y de ADN.

Exhumación Almadén (Ciudad Real)

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Exhumación Celeiros (Ourense)

A principios de junio de 2020 y nuevamente a instancia de los familiares de Benigno Fraga Pita, guerrillero  antifranquista enterrado  en el cementerio de Celeiros – Chandrexa de Queixa en el año 1949, la ARMH reanudó la búsqueda de sus restos. En una primera búsqueda realizada el pasado año ninguno de los cuerpos encontrados correspondían con los de Benigno, conclusión a la que se llegó después del análisis antropológico realizado por Gonçalo Carnim.

Benigno Fraga Pita, también conocido como Alejandro o Alejandro el Viejo, nació en As Somozas, A Coruña, en 1892. Trabajó como maestro armero en los arsenales de Ferrol. Ejerció como secretario de organización del PCE en Ferrol. Descubierta su pertenencia al Partido Comunista, por un compañero que tuvo que delatarlo, buscó refugio incorporándose a la Guerrilla que lo envió a Ourense, donde se fundó la II Agrupación.

A partir de febrero de 1949 el grupo, que había asentado su base en A Edreira empezó a sufrir el asedio de la Guardia Civil y comenzó a debilitarse. El 27 de abril se vieron obligados a bajar de los montes por San Mamede y al llegar a Candedo fueron cercados por los guardias. Todos consiguieron escapar excepto Benigno Fraga Pita, que murió posiblemente a causa de un artefacto explosivo, aunque sobre este hecho informaciones contradictorias.

En esta ocasión se volvió a analizar la documentación de su inhumación, de difícil interpretación, y se decidió excavar en la esquina opuesta, encontrándose a los pocos minutos un enterramiento que coincidía con las medidas anotadas en el acta de enterramiento. El resultado, según los primeros análisis, parece ser positivo ya que aparecieron restos de ropa que coincidirían con la descrita en la autopsia y esquirlas de proyectil junto al cuerpo.

Exhumación Celeiros (Ourense)