La Asociación inició la búsqueda de una fosa común en el cementerio de Jaca el pasado 15 de mayo. En ella trata de encontrar los restos de nueve republicanos asesinados el 3 de septiembre de 1937. Por la petición de un grupo de familias se iniciaron los trabajos para localizar e identificar los cuerpos de: Maximino Bergua Lalaguna, Antonio Fanlo Maza, Nicasio Isabal Cajal, Esteban Aínsa Aso, Joaquín Gracia Claver, Ramón Cajal López, Benito Lalaguna Callavé, Agustín Villanúa Batalla y Juan Artigas Martínez. De las dos últimas víctimas, Agustín y Juan, desconocíamos la posible existencia de descendientes directos y gracias a la difusión en medios de comunicación y RRSS sus familiares se pusieron en contacto con la ARMH, asistiendo a los trabajos de exhumación que se estaban realizando.
Al comienzo de la guerra, según cuentan vecinos y las familias, fueron destruidas tres «pilonas» que transportaban electricidad a Biescas y los pueblos de alrededor. Esto fue utilizado, como excusa de sabotaje, por parte de la Guardia Civil y la falange para detener a nueve vecinos de Biescas como represalia entre octubre y noviembre de 1936. Fueron encarcelados en el seminario de Jaca, habilitado como prisión por los golpistas y en el fuerte Rapitán, fortaleza en Jaca también utilizada como cárcel. El día 2 de septiembre de 1937 fueron trasladados y retenidos en la ermita de La Victoria, anexa al cementerio de Jaca, para ser asesinados al día siguiente por falangistas en la tapia este del cementerio.
Con la ayuda de una retroexcavadora, el trabajo de voluntarios y la ayuda de familiares se retiró una enorme planchada de cemento que protegía la fosa común y después de retirar gran cantidad de tierra se pudo acceder al lugar en el que fueron enterradas las nueve víctimas.
Ochenta y seis años después de que un grupo de pistoleros fascistas asesinaran a su padre, el hijo de Agustín Villanúa, que también se llama Agustín, visitó la exhumación. Acompañado de su hijo caminó hasta el borde de la fosa y contó cómo su madre quiso siempre recuperar el cuerpo y enterrarlo en Huesca en un panteón familiar. Su madre supo que estaba enterrado con más hombres pero nunca pudo localizar a las otras familias. Los voluntarios de la ARMH le tomaron a Agustín una muestra de ADN de cara a la identificación genética de los cuerpos. Se tomaron muestras también a los hijos de Benito Lalaguna y de Antonio Fanlo junto al resto de familiares.
La Asociación continua buscando a la familia de Antonio Gallardo Mejía, un objetor de conciencia que se negó a enrolarse en el ejército franquista y a coger un arma y que fue asesinado y enterrado sin nombre junto a la fosa común de los nueve.